La luz al final del túnel

Dicen que cuando empiezas a pensar en darle un hermanito/a a tu bebé fallecido empiezas a «estar mejor» en tu duelo, lo que suele decirse «empezar a ver la luz al final del túnel».

Es cierto en parte ya que estar dispuesto a «arriesgarte» a pasar por lo mismo (la inocencia se ha perdido irremediablemente, ya sabes la envergadura real de lo que tienes entre manos esta vez) significa que has superado parte de ese miedo que te paralizaba al principio y no te dejaba ver el futuro con ninguna claridad.

Empezar a pensar en volver a intentarlo es ser valiente y estar dispuesto a enfrentarte de nuevo a la incertidumbre y el no saber que va a pasar esta vez con la esperanza de que al final termine bien.

Este no es el único indicador de que hay luz al final del túnel por supuesto, ver sus fotos y no llorar sino sonreír al recordarle, que su recuerdo solo traiga amor y nada de dolor, visitarle en el cementerio y llevarle regalos con ilusión…

Poco a poco vas ganando pequeñas batallas y te das cuenta que estas más cerca de la salida del túnel cuando esa luz que empezó siendo muy pequeña (y que antes ni existía, o si existía no la veías) cada vez se hace más grande y poco a poco retomas tu vida con ÉL integrado como una parte muy importante de ella que te empuja a seguir y a ser más fuerte.

Vuelves a reír, a hacer tonterías y a hablar de él con total naturalidad sin que se te quiebre la voz.

Vuelves a emocionarte por temas tan banales como el fútbol (soy futbolera no lo puedo evitar) o el programa tonto de la tele que te gusta, cosas que antes eran impensables para ti de repente vuelven a suceder, vuelves a picarte en una partida al parchís, pequeñas cosas que habías perdido con el duelo y que poco a poco regresan a ti, vuelves a ser tú con tu esencia; porque has cambiado: es inevitable la transformación que un hecho tan fuerte como este te ha hecho vivir, pero tu esencia que en esos momentos se había escondido vuelve a salir, no eres otra, eres una versión mejorada de ti misma, la que eras antes, solo que ahora además eres madre.

Cuesta tiempo empezar a ver esa luz a final del túnel pero se consigue y cuando eres capaz de ver la transformación que tu hijo ha hecho en ti sin ni siquiera estar presente, sientes que puedes comerte el mundo, como una mariposa recién salida de la crisálida en la que ha estado esperando tanto tiempo…al menos yo ahora lo siento así ya que no hace mucho que salí…

Estelita

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3 comentarios

  1. Me alegro de que te sientas así,soy mamá de brazos vacíos y corazón roto,formo parte de la primera asociación gallega de ayuda a la pérdida gestacional y neonatal.Espero que si el destino algún día me deja rozar el arcoiris,pueda hacerlo y sentir todos sus colores,a veces no hay que tener tacto para poder sentir.

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